jueves, 1 de agosto de 2013

LA "TRAYECTORIA" DE MANUEL PUIG


Los mitos revelan el fondo psíquico de las sociedades que los produjeron, y así como los sueños pueden interpretarse como la revelación del inconsciente del soñador, los mitos dan sentido a la psique del grupo que los elaboró.
Cuando se quiere destacar que la totalidad originaria, en donde entran las categorías de masculino y femenino, la que contiene el nacimiento de todas las cosas, en las etapas arcaicas se le da el nombre de MADRE.
Los mitos registran en forma simbólica las etapas de la lucha emprendida por el hombre para superar las tinieblas de lo inconsciente, y esos símbolos son imágenes arquetípicas de determinado tipo de conducta.
Es por eso que a partir de los mitos se ha formado el arquetipo del héroe: un hombre que –para la tradición grecolatina- es un semidiós, hijo de un dios y un mortal, quien deberá inexorablemente cumplir su destino para merecer llamarse como tal. Y ese trayecto estará jalonado por innumerables escollos que tendrá  la obligación de sortear.
Jung dice que el más egregio de los símbolos de la libido es la figura humana como héroe, objeto de mitos, leyendas y relatos tradicionales. Y también que en el destino del héroe coinciden los histórico y lo simbólico.
Tal trayectoria será cumplida solamente por el héroe épico, ya que el héroe trágico morirá antes de finalizarla. Pero recordemos que el fin primordial del héroe es vencerse a sí mismo, lo cual lleva a preguntarnos, cuando pensamos en Edipo, arquetipo del héroe trágico, si él no cumplió ese objetivo fundamental.
Cuando nos sumergimos en la lectura de una novela, entramos en el mundo de la ficción; aunque se trate de una novela realista, sabemos como lectores que estamos asistiendo una historia que no puede pertenecer a la vida cotidiana, porque si fuese así, dejaría de ser literatura para transformarse en noticia periodística.
Una de las máximas de la literatura considera que Autor y Narrador no son la misma persona: el autor es quien firma la obra, el narrador es la voz que cuenta la historia. El por ello que, lectores avezados, jamás nos preguntamos si las desventuras o aventuras que vive el protagonista son un espejo de lo vivido por el autor.
Sin embargo, cuando el lector se enfrenta ante una novela de Manuel Puig, todo este andamiaje teórico se viene abajo. Y es así, porque a medida que vamos conociendo la vida del escritor, el introductor de la literatura “posmoderna” en Argentina, vemos que también nos fue entregando retazos de su vida en cada una de sus obras, enmascarándose detrás de sus personajes a la vez que trasmitía su angustioso grito que proclamaba su ser diferente.
Podríamos esbozar entonces que Manuel Puig cumple una “trayectoria” como escritor, jalonada de obstáculos que va superando; un ciclo que se abre con La traición de Rita Hayworth, el germen originado en el útero de su escritura, que marca “la partida” de la trayectoria, el niño que poco a poco va independizándose de la madre y que se cierra con Cae la noche tropical, novela tal vez escrita como forma de exorcizar el miedo a que su madre muriese, como un círculo perfecto.
El círculo y la esfera son dos símbolos que se refieren a la situación inicial y ponen de relieve la perfección original de todo lo que comienza. Ambas figuras no tienen principio ni fin y aluden así a lo indeterminado e infinito. El útero o su equivalente en la alquimia, el alambique, es otro símbolo que corresponde a esta etapa y nos dice que todo lo que existe siente allí su origen. El útero materno, la madre, en síntesis, será la figura que Puig destacará en su vida, aunque tal vez esta figura esconda otra igualmente importante: la figura paterna, la que aflora con más nitidez en Maldición eterna a quien lea estas páginas. El padre representa el monstruo que el héroe debe vencer; un padre lleno de rencores y de reconvenciones hacia el hijo diferente.
Para Beatriz Sarlo, se pueden encontrar en las novelas de Manuel Puig “el museo imaginario de sus gustos”, ya que el escritor practicó un estilo que no puede caracterizarse en ningún molde. Por ello, asegura Sarlo, “no se puede escribir como Puig”. Y Silvia Hopenhayn remarca que el estilo de Puig “se centra en lo que se dice”, por lo tanto, su escritura ha sido clasificada (aunque erróneamente) como prosa de oralidad.
Aunque de manera indirecta, las afirmaciones citadas sirven para remarcar la estrecha relación entre escritura y vida en la novelística de Puig, en donde Manuel fue entrelazando retazos de sus experiencias, gustos, pensamientos, con personajes sostenidos por seres de carne y hueso, y una trama que recorre diferentes momentos de su vida personal, lamentablemente trunca cuando todavía quedaba mucho por ofrecer a la nueva literatura.
        

                                                              Ana María Serra.-

Fuentes consultadas:
Jung,Karl Gustav, Lo inconsciente. Editorial Losada
Haber, Abraham, Símbolos, Héroes y Estructuras. Editorial Hachette.
Sarlo, Beatriz, Escritos sobre Literatura Argentina. Siglo XXI editores.
Hopenhyn, Silvia: artículo aparecido en el diario "La Nación".



3 comentarios:

  1. Eres en este momento un hallazgo, como un tesoro guardado en una caja que abro cada día, y cada día disfruto enormemente de este momento de descubrimiento.
    No se nada y cada vez me doy más cuenta que sólo tengo algún conocimiento
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Texto muy didáctico. Gracias Ana. Puig es permanente fuente de aprendizaje

    ResponderEliminar
  3. Todos y cada uno de los comentarios que ustedes envían contribuyen a la retroalimentación de este espacio. ¡Gracias!

    ResponderEliminar