¿Por
qué el espejo desata en mí ese enigma milenario? Siento que ha llegado la hora
de quebrar todos los misterios, y como soy muy cuidadosa en el momento de tomar
mis decisiones, resolví comprar un buen espejo antes de hacer la prueba. Sé que
los antiguos son excelentes, pero desconfío de ellos precisamente porque los
siento cómplices de lo ilusorio.
Y
aquí estoy, dispuesta a probar si puedo quedarme mirando mi propia imagen sin
caer en el hechizo del espejo. La primera vez fue creo que a los siete u ocho
años, cuando hizo que saliera corriendo asustada al ver la cara de una niña que
sentí totalmente extraña. Desde ese día ha transcurrido mucho tiempo; sin
embargo, cada vez que permanezco un buen
rato contemplándome en cualquier espejo, este
me devuelve un rostro y una figura que no reconozco como mi propio yo
sino como el de una desconocida que se ha parado en otra dimensión y me
interroga con la mirada, como si estuviese esperando algo.
Paso
uno: cuelgo el espejo –moderno, despojado de molduras, estilo minimalista- en una pared desnuda de mi cuarto y lo repaso
cuidadosamente para que en él no quede ni una partícula del polvo del ambiente.
Paso
dos: me visto y me maquillo cuidadosamente, reconozco todas mis arrugas, sé que
el brillo de mis ojos se ha opacado, que mis labios se han vuelto menos
voluptuosos y que mi figura perdió la esbeltez de la juventud; no importa, he aprendido a aceptarme a medida
que ha pasado el tiempo.
Paso
tres: cierro mis ojos y camino cautelosa hacia el espejo. No sé por qué, pero
me parece que me está observando impávido, casi aburrido.
Paso
cuatro: abro los ojos con cuidado y comienzo a mirarme. En media hora deberé
salir para cumplir con mis actividades, pero unos veinte minutos serán
suficientes.
Paso
cinco: …ya está apareciendo nuevamente, no ha tardado más de diez minutos. Es
ella, me mira y se sonríe levemente. Sus ojos tienen algo de los míos, sin
embargo, se diferencian por su brillo intenso; por un instante, nuestras
miradas se enfrentan y huelgan las palabras. Percibo que ha llegado el momento
de la verdad.
Paso
seis (éste lo ha agregado ella, no estaba en mis planes): Acerca un poco más su
rostro hacia el mío y coloca sus manos en bocina. Por primera vez escucharé su voz y no me
asombro, oigo mi propia voz con un timbre quizá más melodioso. Es para que me escuches mejor, me dice. Voy a confiarte un secreto. Entonces
trato de colocar mi oído cerca de su boca, que también es más lozana que la
mía. No, me aclara, nuestras miradas deben permanecer en amorosa
comunión
Cumplo obediente y la miro, aunque no
desafiante, tal vez casi como si pidiera su permiso.
Quizá
en un último intento de permanecer anclada a la realidad, le recuerdo que no
soy Alicia. Ya lo sé, me responde, es hora de que rompas todas las reglas de
lo establecido. Muchos ya lo han hecho, yo necesito mi complemento, es
imperioso que te decidas y vengas conmigo. No rechaces lo ilusorio; la fantasía, a la que
siempre te has negado, existe; por favor, entra en ella. Extiende tu
mano…tocarás la punta de mis dedos y allí comenzará tu verdadera historia.
Paso
siete (también agregado por ella, pero con mi total consentimiento): extiendo
mi mano y toco la punta de sus dedos. Me invade la tibieza, me siento mucho más
liviana. Aunque de última generación, este espejo ha cumplido el mandato; voy
entrando en él, mi Otra me recibe.
Precioso Ana María, como siempre tengo veinte mil palabras en la boca por salirse, todas quieren ir corriendo, pues me emocionas con estos relatos. Yo, que tengo esas fantasías, que en realidad no son tal fantasía, son la vida vista desde otro punto de vista donde no dejas de tener los pies en la tierra, pero necesitas mirar más allá en tu mundo. Cada momento de reconocimiento, siempre tú y lo sorprendente de la mirada, con el paso del tiempo, segura, firme, brillante…
ResponderEliminarUn abrazo
Mar
Un texto bellísimo. El paso de los años arrinconado contra un mundo de fantasía. Quiero más!!!!!
ResponderEliminarEstos comentarios tan lindos son un empuje para renovarme día a día y seguir apostando a la escritura. ¡Muchas gracias!
EliminarAna Maria, me ha gustado tu texto, pero lo más curioso es como he llegado a él. Ha sido al encontrar que has usado una pintura mia como ilustración, concretamente "espejo o espejismo". Sin duda parece adecuada para tu escrito.
ResponderEliminarSaludos
Totalmente adecuada; felicitaciones por tu trabajo, y gracias por haberme permitido (aunque ignorándolo) compartirlo. Saludos
EliminarDe nada, al publicarla en la web doy por supuesto que permito su uso, siempre que no exista un interés económico, claro está.
EliminarSaludos de nuevo.