jueves, 31 de agosto de 2017

ANAMARÍA SERRA/ "MEMORIA ENGAÑOSA"


 

sentada en el sillón de la sala
repasa su vida
como si leyese un libro
cautivada por el fragmento de una página

la oscuridad del atardecer
la acompaña
en ese recuerdo
latido de tambor en su pecho

desciende hasta lo más profundo
quiere llegar
al sótano de su memoria

sin embargo
no puede capturar el instante
en el que encontró la felicidad

 

Primer premio en el Concurso Nacional de Poesía de la Asociación "Arte y Cultura de Merlo", 2017.

martes, 29 de agosto de 2017

ANAMARÍA SERRA/ "SUEÑO INVERTIDO"

Me sentía agitada, como si necesitase moverme, cambiar de posición una y otra vez.
Avanzaba con cuidado, temiendo caerme y rodar cuesta abajo. Un tordo graznaba su burla trepado a la rama más alta; la torpeza de mis pasos me hacía tropezar con piedras escurridizas.
El manantial me invitaba a su remanso Finalmente pude llegar y aplacar mi sed. Desilusionado, el tordo silenció su mofa chillona y levantó vuelo con rumbo desconocido. Aparecieron otros pájaros con cantos suaves para hacerme compañía.

Me senté junto a un árbol y me soñé en mi cama durmiendo tranquila; una copa con agua mineral reposaba sobre mi mesa de luz


sábado, 19 de agosto de 2017

ANAMARÍA SERRA/ "EL DEMIURGO"



Adela se despierta, escucha el viento y siente que la penetra un torbellino de imágenes. Mediodía. Mira hacia la  ventana, el sol abrasador le seca la garganta. Se incorpora y toma un poco de agua del vaso que está sobre su mesa de luz. Ahora divisa frondosas plantas; sus hojas carnosas le impiden mirar qué hay detrás de la ventana.
Camina hacia allí y lucha con manos para abrir el follaje y ver el panorama. Oye un repicar acompasado, acústica pura, y se da cuenta de que el viento ha dado paso a la lluvia de finísimo granizo. Y allá va la imaginación de Adela, a la cumbre más alta que puede encontrar, blanca e inmensamente fría –lo siente en la punta de sus dedos porque está acariciando la base de una pequeña escultura-.
Adela toma conciencia del gesto maquinal y la observa. Representa un demiurgo, cabeza de león enmarcada en un halo, el sol y cuerpo de serpiente. Piensa en el significado dado por los antiguos: el creador y ordenador del mundo material, la encarnación del mal que aprisiona y encadena a los hombres a sus pasiones.
Adela desvía sus ojos hacia la fotografía colocada junto al demiurgo. Un hombre joven, esbelto, bronceado, le sonríe con malicia desde una  playa caribeña. Detrás, el sol corona su cabeza mientras el mar, de un azul más que profundo, lame sus pies. Adela quiere aclarar su desconcierto. Abre la ventana: ya no llueve y el viento es una brisa sobre su rostro.
En puntas de pie y sacando casi la mitad del cuerpo, extiende sus brazos para separar aquella multitud de hojas que le impedía la visión, pero descubre que solamente hay un enorme vacío, un desierto en el mediodía plagado de sol, el abismo que la atrae como si estuviese tirando de ella una finísima cadena de pasión hacia aquella mirada maliciosa…  Y su garganta seca, la sed que no puede apagarse.

Tal vez el demiurgo sea el oasis que Adela necesita.
 Aclaración: La imagen que encabeza el texto pertenece a Nicolás Gatto.