domingo, 4 de agosto de 2013

NO ENTRES DÓCILMENTE EN ESA PLÁCIDA NOCHE...


No entres dócilmente en esa plácida noche,
la vejez debería arder y delirar al terminar el día;
rabia, rabia contra la agonía de la luz.
                                          
Aunque los sabios reconocen al morir que la tiniebla es justa,
porque ningún relámpago han clavado sus palabras
no entran dócilmente en esa plácida noche.

Los buenos, que en el último gesto lloran por el brillo
con que sus frágiles actos hubieran podido bailar en una verde bahía,
rabian, rabian contra la agonía de la luz.
 
Los salvajes, que atraparon y cantaron el sol en vuelo,
y demasiado tarde aprenden que lo han apenado en su camino,
no entran dócilmente en esa plácida noche.

Los solemnes, cerca de la muerte, que ven con mirada cegadora
que los ojos ciegos pudieron brillar igual que meteoros y alegrarse,
rabian, rabian contra la agonía de la luz.

Y tú, mi padre, alli en la triste altura,
maldice, bendíceme ahora con tus lágrimas feroces, te suplico.
no entres dócilmente en esa plácida noche.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.
 

DYLAN THOMAS (Gales, 1914-1953)

Traducción de Gerardo Gambolini
 (De “Fern Hill y otros poemas”, Centro Editor de América Latina, Bs. As., 1988)









1 comentario:

  1. Precioso poema Ana María…intenso en contenido… no hay conformidad. De la vida a la muerte un paso, formas de vivir la vida muchas, pero al morir tiene muchísima importancia como has vivido.

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