Pintor
nacido en Badalona (Barcelona) en 1976, proviene de una familia humilde que
buscaba mejores condiciones de vida. Desde pequeño sintió inclinación por el
dibujo y la pintura y ha recordado la época en que siendo niños, junto con su
hermano pintaban en las paredes de su casa con el consentimiento de sus padres.
“Recuerdo tres libros de pintura en
mi casa, uno de Picasso, otro de Velázquez y otro de Dalí. Siempre tuve en
claro que quería encaminarme hacia algo relacionado con el dibujo (…) me
matriculé en el colegio de artes y oficios de Badalona, el IES Pau Gargallo en
donde coincidí con bastantes buenos profesores y en donde empecé a tomar
verdaderamente conciencia de lo que era la dedicación a la actividad artística
y creativa. Allí tuve muchas horas de dibujo natural, así como mi primer
contacto con la pintura, la escultura y el grabado. También me enseñaron a
observar y analizar una obra de arte, a visitar exposiciones y a conocer los
materiales y como usarlos correctamente. Luego entré en Bellas Artes, en la
Universidad de Barcelona, y para ser sincero, allí no aprendí nada que no
supiera ya. Aquello fue para mí como un gran taller, donde desarrollar lo que
ya había aprendido en artes y oficios”
Sus óleos
tienen una doble mirada: hacia el pasado y el presente, ya que reinterpretan
obras clásicas de temática mitológica, adaptándolas a la época actual. Su obra
trasmite “el doble sentido o el simbolismo que representa algo onírico”.
Pero, según
Fran reconoce, “…también me gusta hacer
interpretaciones más o menos libres de temas y personajes literarios. También
tengo mis propios personajes, pero muchas veces se me ocurren cosas a través de
ver noticias en la TV o de leer alguna cosa en un diario. También he
descubierto que los viajes largos en coche son buenos momentos para la
imaginación y de allí he sacado buenas ideas”
“Arte es una
razón de ser, una manera de comunicarse, de expresar ideas, de hacerlas
visibles. Pero por supuesto bajo una serie de condicionantes estéticos y
formales… Pienso que NO “todo vale”. Desde que Duchamp hiciese sus “ready
mades” (el urinario, el botellero…) a principios del siglo pasado, el arte ha
ido degenerando hacia la más triste de las decadencias. Ya han pasado muchas
décadas desde que enlatara la mierda de artista. Es especialmente grotesco ver
como mucha gente se ha tirado de cabeza a la creación plástica bajo la bandera
del informalismo y las tendencias post-modernas del mal llamado “arte
contemporáneo” y además han recibido, y reciben el apoyo de especialistas e
instituciones. Es indignante ver como existen “artistas” que reciben premios
por torturar hasta la muerte animales, y preocupante que existan entendidos que
lo justifiquen y sobre todo que lo consideren un trabajo de mérito. Hoy existen
muchas galerías, fundaciones y museos de arte contemporáneo que hay que llenar
de lo que sea con tal de llevarse alguna subvención… Y diría que todo lo que
ponga en duda ese negocio hay que ignorarlo y justificarlo.”
“Pienso que estamos en un momento en que para
evolucionar, de nuevo hay que mirar atrás. Tenemos que volver a aprender de los
grandes maestros, a recibir todo su conocimiento y adaptarlo a nuestro tiempo.
Solo de esa manera se puede volver a un arte honesto, interesante y válido por
su propia calidad. Como oí decir a una buena artista, una obra de arte no puede
ser como un estucado de la pared… Una obra de arte es una ventana abierta a la
imaginación, a aquello que nunca pensaste que existiera, o a lo que imaginaste,
pero no sabías como expresarlo… Una obra de arte es aquella que no necesita
ningún tipo de justificación, que su presencia impacta y te deja sin palabras,
que necesita de un tiempo para digerir y analizar, que te conmueve y te
inspira, que te sorprende y te sacuda el alma.”
Las obras de Fran Recacha que aparecen en este artículo, por orden de aparición, son las siguientes: "Eros", "Don Quijote", "Oh, Wonderland!", "Medusa", "La tentación (Blancanieves)" y "Odiseo".
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