sábado, 9 de febrero de 2013

Gotas afuera- Ezequiel Prado


Una lluvia más, y no es la misma lluvia la que moja.
Caen, de a gotones, se golpean y se unen para huir por el cordón de la calle.
 Y nosotros estamos ahí detrás de la ventana en silencio, mirando, pensando sabe dios en qué cosa; mudos, como si lo que estuviéramos tocando no fueran los vidrios de un ventanal y sí garrotes de una cárcel.
  Sobre nosotros y entre nosotros, Bill Evans parece instigarnos, adormecernos, sentenciarnos, en cada nota pura y densa, en donde la melodía acompaña el bullicio  de las gotas, gotas afuera.
 Llueve,  y empaña el vidrio con el aliento de un suspiro; quizás, debe estar deseando un arco iris nuevo y elegante, o tal vez me confunda y no quiera uno nuevo, sino el viejo que ha visto en el pasado, o supongo mal,  y lo que quiere es volver atrás, a la lluvia que una vez la ha mojado.  
 Llueve, y en el aluvión de gotas perdidas que se pegan y se deslizan en el vidrio porque el viento curva su camino, estamos nosotros, o están ellas o no hay nadie, solamente los ruidos de una lluvia feroz, que remueven en ella y en mi, la arena de una glorieta de cosas sepultadas en el fragor de una noche de verano.
¿Qué trae una lluvia? ¿Qué se lleva con ella? ¿Qué hay en esa agua? ¿Qué  se remueve cuando mueve la arena? ¿Qué viene a decirnos?
  Estáticos, bucólicos, extraviados a la espera de que  ese estado de demora, de perplejidad, de nostalgia enmarañada, se vaya con el agua.
 Afuera, reales e impiadosas,  las gotas dejan a la intemperie una inesperada cantidad de piedras pálidas y oscuras; nos exponen a
algo que quizás, volvamos a ocultar. 

1 comentario:

  1. Me pareció un texto muy poético que representa un doble tributo: hacia la música, con Bill Evans, y hacia la literatura, por el nostálgico recuerdo de "Aplastamiento de las gotas", de Julio Cortázar.

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