domingo, 10 de febrero de 2013

"ES TAN LEJOS PEDIR..."- Marité Simón


Conoció a un hombre muy poderoso. Tenía acceso a todas las diversiones, los excesos. También a las penas más profundas, que dibujaba en el corazón de quien se le acercara con tinta indeleble.
            Años compartidos inmersos en mundos distintos, se juntaron en la esquina de dos coordenadas llenas de miel. En voz baja, en un susurro, salían las palabras guardadas en el primer cajón de sus mentes. Arcón de recuerdos, paseos y regalos ebrios.
            Halcones tecnológicos los llevaron a recorrer los cinco continentes. Gondoleros amables les mostraron la dulzura de Aznavour cantando la tristeza de esas calles acuosas si ella se iba.
            Momias egipcias los alertaron del peligro de invadir las tumbas de los faraones. El espíritu de Nerón les llenó de fuego las miradas frente a un paisaje romano totalmente distinto. Los monjes tibetanos liberaron sus mentes de fantasías absurdas, incómodas al momento de vivir. Sintieron la tibieza del Nilo y vieron la cabellera de Cleopatra reflejada en sus aguas.
            Y una poderosa energía les fue trasmitida por las masas cordilleranas del sur de Perú, santuario religioso de los incas.
            Ambos tenían todo cuando estaban juntos. Ella nunca exigió nada. Le llovían las cosas sin mojarla. Cuando quiso pedir, se encontró frente al Muro de los lamentos, infranqueable. Se le antojó derrumbarlo con la uña pintada de rojo de su dedo pulgar. Se corrió el esmalte. Se rompió la uña. Se fracturó el dedo. Los intentos quedaron frustrados.
“Es tan lejos pedir y tan cerca saber que no hay”.
Marité Simón ©

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