martes, 26 de marzo de 2013

ROLANDO REVAGLIATTI


Si...

                                                                                                                               A Rudyard Kipling


Si puedes desacomodarte y no instalar, sin afán capcioso, cosas tales como
     Sintió la brisa suave
     Mi humilde pero sincero homenaje
     Suprema instancia
     Los caminos de la Patria
     Las semillas de la Libertad;

Si puedes desajustarte y no verter, sin guiño literario
     La dulce caricia o El dulce mirar
     Su generosidad sin límites
     Se rompió en mil pedazos
     Una noche oscura y cerrada Un día luminoso y abierto Noches consteladas de estrellas oNoches    
     /melancólicas y tristes;
 
Si puedes desacatarte y no asentar sin, por lo menos, sorna
     Un día de crudo invierno
     Desgranando días
     Una sombra fugaz
     El murmullo de los pájaros;

Si puedes insurreccionarte cuando te acometa la viscosidad de redactar
     Han manchado con sangre tu hospitalario suelo
     Sus ojos color verde mar o El mar tapizado de olas;

Si eres capaz de interceptarte y sacarte del juego cuando no atines más que a
     Un perverso juego o Jugar con mis ilusiones Alimentar mis ilusiones o Mustia mi alma o
     /Transportó mi espíritu o Tu espíritu fogoso;

Si puedes desestimar, oponiéndote al torrente demencial de la resaca, no siempre solemne, pero sí  
       /infecciosa de
      El paisaje pleno de vida y encanto o Asomarte a la vida El milagro de la vida
       y aún alcanzado por tu flaqueza, repudiar
       Ver brillar el sol y El sol broncea mi piel
      Algarabías juveniles  y Cegados por la ambición;

Si puedes encabritarte y no atiborrar con
     Palabras que se agolpan en mi interior
     Mensajes de Paz que llenan el aire Lleno de esperanzas Llenará con alegría o Llenando de
     /emoción;

Si eres capaz, a costa de tu desasosiego, de renunciar definitivamente a
     Tu profundo amor y Caer en sus redes
     La raíz de todos los males y Prodigar sonrisas;
          
 Si puedes abstenerte del
     Sembrador de sueños
     Del hielo de la soledad
     y así subvertirte y no dotar a tus textos del
     Por qué tan cruel es el destino;
 
Si nadie, ni enemigos ni amantes amigos, logran incitarte a
     Estallar en miríadas de capullos vírgenes;

Si puedes, espulgándote de linajes parasitarios, abolir
     Dispuesto a darte esa fiel mano o En tu piel rosada;

Si puedes acometerte con fiereza y desterrar de tu escritura indefensa
     Se callen sentimientos
     Se enmudezcan las voces;

Si eres capaz de rebuscar en ti la imprescindible disconformidad y ni por pasteles te avienes a
     Palpitar en el ritmo de su corazón o Compartir tus íntimos deseos:

¡Tuya será la poesía y cuanto ella revele y –lo que vale más- serás, acaso, un poeta, hijo mío!
 








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