
Y no
lo parece porque no son placenteros los gestos que han quedado a los lados de
la taza indefensa, en tanto dicha varita dorada la somete bordeándola,
penetrando sus escabrosidades, contando sus golfos, bahías y ensenadas. Por
momentos reposa sobre la mesa y es apuntada por unas uñas filosas y teñidas de
rojo, tan largas como siniestras. En otros, es erguida hasta lo más alto de las
manos apoyadas en sus codos que la giran y contornean como para que se crea que
el fin está cerca.
Manchada,
intacta, sigue dando lugar a una
expansión de verborragia desafiando el desenlace que la hostiliza aunque no la
quiebra. Al cabo de un rato es cubierta por varios billetes y al final queda
sola, lejos del plato, lejos de voces disonantes, lejos de lágrimas y agüeros.
Acomplejada y anónima termina en una pileta donde sus manchas borrosas y
aromáticas serán sólo una letra de agua desvanecida.
Mercedes
Centurión
Lo poético de las imágenes,el hilo tenso en el que la narración va circulando, nos llevan a un final inefable,que conforman un texto brillante y compacto.
ResponderEliminarUNA NARRACIÓN DESCRIPTIVA DE ALGO MUNDANO, QUE COMO LO DICE EL FINAL, "sus manchas borrosas y aromáticas serán sólo una letra de agua desvanecida"
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