jueves, 7 de marzo de 2013

LA BORRA DEL CAFÉ- Mercedes Centurión



Una taberna griega en Buenos Aires. En una de las mesas apartadas, una taza de café ha sido puesta boca abajo. Un par de minutos más tarde es levantada para volverla a su posición normal y dentro de ella, que es de porcelana fina, casi transparente, se visualiza el dibujo que la borra del café marcó ásperamente. A simple vista se diría que son montañas y desfiladeros que recortan el precipicio del fondo de la taza, pero no parece estar refiriéndose a un paisaje la voz que le habla a unos ojos asombrados, apuntando con una bellísima varita dorada cada uno de los accidentes plasmados por el café.

            Y no lo parece porque no son placenteros los gestos que han quedado a los lados de la taza indefensa, en tanto dicha varita dorada la somete bordeándola, penetrando sus escabrosidades, contando sus golfos, bahías y ensenadas. Por momentos reposa sobre la mesa y es apuntada por unas uñas filosas y teñidas de rojo, tan largas como siniestras. En otros, es erguida hasta lo más alto de las manos apoyadas en sus codos que la giran y contornean como para que se crea que el fin está cerca.
            Manchada,  intacta, sigue dando lugar a una expansión de verborragia desafiando el desenlace que la hostiliza aunque no la quiebra. Al cabo de un rato es cubierta por varios billetes y al final queda sola, lejos del plato, lejos de voces disonantes, lejos de lágrimas y agüeros. Acomplejada y anónima termina en una pileta donde sus manchas borrosas y aromáticas serán sólo una letra de agua desvanecida.



                                                  Mercedes Centurión

2 comentarios:

  1. Lo poético de las imágenes,el hilo tenso en el que la narración va circulando, nos llevan a un final inefable,que conforman un texto brillante y compacto.

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  2. UNA NARRACIÓN DESCRIPTIVA DE ALGO MUNDANO, QUE COMO LO DICE EL FINAL, "sus manchas borrosas y aromáticas serán sólo una letra de agua desvanecida"

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