martes, 5 de marzo de 2013

ANÓNIMO FIRMADO- Marité Simón


“El ímpetu amoroso es solamente un artificio”. ¡Hay que tener coraje para entrar a mi casa de una manera tan suelta! Entraste, dejaste sobre mi mesa de luz esos recortes de diario con una frase sarcástica que pensaste me iba a movilizar.
            ¿Por casualidad creíste que al estar quieta la casa, esperaba tu vuelta? Te traicionó el kilometraje de tu mente veloz.  Miré asombrada primero, el cuasi anónimo que quisiste tirar directo al corazón. Cuando caí en la cuenta de que eras el único que tenía una copia de la llave de mi casa, repetí mi cara frente al espejo del dormitorio buscando una idea que me acercara a tus propósitos.
            Según de qué lado de la cama se mire, “tu ímpetu” fue un artificio muy bien actuado. “Mi pasión” fue desenfrenada. Casi me lleva a la ruina total. No sólo hablo de monedas derrochadas, regalos y viajes compartidos. Creía tener a mi lado al hombre ideal. Fueron casi diez años recorridos a dúo. Un dúo con distintas sintonías.  Óxido de un hierro interior que supo arrasar con todo cuanto se le cruzaba. Batallas sobrellevadas lentamente, hasta que la guerra destruyó al amor. Por eso te aferraste a un burdo anónimo, para sobrevivir a la derrota final. Es evidente que seguís vistiendo una pena no resuelta. La misma que te llevó a recortar una a una cada palabra que te ayudara a completar semejante frase.
            Sólo me quedó la sensación de tu impotencia, del suicida que avisa que va a matarse para que alguien lo salve. Fraguaste una situación. Montaste una escenografía queriendo ocultar aquello que nunca podrás. Mi amor fue mucho más fuerte que un simple show. Tu condena será sentirlo a flor de piel por el resto de tu vida. No lo intentes nuevamente. Nuestro amor terminó de nacer, por eso murió. No superaste las escenas de una vida bélica. No hay anónimo que te salve.
Marité Simón ©

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