LA TRAICIÓN DE RITA HAYWORTH, de MANUEL PUIG
Es su opera prima y la que marca el rumbo de
su escritura posterior. Es la que devela su interior y el cerco de prejuicios
que sentirá sobre él durante toda su vida, a pesar de sus escapes y de haber
encontrado en la literatura un medio para hacer salir a flote las napas más
profundas de su personalidad.
Novela
cargada de múltiples sentidos, cuyas realidades, infinitas, ambiguas y
simultáneas, en apariencia banales y cotidianas, funcionan como apertura hacia
algo más intenso.
El tiempo de
la novela es circular: comienza en 1933, cuando Toto es un bebé, y avanza
cronológicamente, hasta 1948, para volver, en el último capítulo, con la carta
de Berto a su hermano, a 1933.
Las
conciencias autónomas de los personajes producen una multiplicidad de puntos de
vista sobre el mundo exterior; pluralidad y polifonía que contribuyen a generar
un gran diálogo inconcluso del cual el lector recogerá los rastros para
conformar su interpretación. Y deberá aceptar que como en todo texto, en el
fondo, queda siempre un rastro de ilegibilidad.[1]
El lector construye, destruye, elabora y reelabora el sentido de manera constante.
Es un texto
que rompe con todas las estructuras propias de la novela moderna, en donde el
sujeto se conoce a sí mismo y es homogéneo y racional. Aquí, en cambio, los
personajes son, ante todo, heterogéneos y contradictorios, divididos y conflictuados.
Esta característica se repetirá en sus posteriores novelas.
[…]
En la
narración, la constante alusión autobiográfica se plasma en un discurso que
diluye las fronteras entre realidad y ficción.
Como se
mencionó anteriormente, el lector debe reconstruir a través de una visión
fragmentada, el perfil psicológico de los personajes, y, sobre todo, a través
de la problemática concerniente a la sexualidad, con toda la carga de
ambigüedad en el caso del protagonista, Toto.
Las
múltiples voces que hilvanan la historia y la carta final (que retrotrae a los
primeros años), todos elementos que conforman situaciones cotidianas de la
pequeña burguesía, afirman el carácter posmoderno en cuanto a negación de lo
trascendente, de los “grandes temas”.
El lector
asiste a esa visión indeterminada y vacía, sentida con nostalgia[2]
-pero también con una perspectiva pragmática-, que presenta una realidad vivida
sin idealizaciones
ME ENCANTÓ LA PUBLICACIÓN PORQUE SENTÍ QUE LEÍ LA NOVELA POR LA DESCRIPCIÓN QUE HICISTE. NO CREO QUE PUEDA HACER UN ANÁLISIS TAN PUNTUAL Y PROFUNDO DE UN TEXTO. EL QUE SABE, SABE...
ResponderEliminar¡Gracias, Marité!
ResponderEliminarQué bellas fotos. Me encantó releer tu análisis
ResponderEliminar¡Gracias, Merce! Seguramente dentro de un tiempo publicaré otro fragmento, tal vez sobre Sangre de amor correspondido. Besos
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