Sin que
nadie lo sepa, ni el espejo,
ha llorado
unas lágrimas humanas.
No puede
sospechar que conmemoran
todas las
cosas que merecen lágrimas:
la hermosura
de Helena, que no ha visto,
el río irreparable
de los años,
la mano de
Jesús en el madero
de Roma, la
ceniza de Cartago,
el ruiseñor
del húngaro y del persa,
la breve
dicha y la ansiedad que aguarda,
de marfil y
de música Virgilio,
que cantó
los trabajos de la espada,
las configuraciones
de las nubes
de cada
nuevo y singular ocaso
Del otro
lado de la puerta un hombre
hecho de
soledad, de amor, de tiempo,
acaba de
llorar en Buenos Aires
todas las
cosas.
COMO BIEN LO TERMINA, TODAS LAS COSAS SON UNA ELEGÍA. HERMOSO
ResponderEliminarDestrás de cada obra siempre el sentimiento es el percusor. Me gustan los cuatro últimos versos.
ResponderEliminarBesos