los transeúntes
se adhieren
al suelo urbano
con la
gravitación de su diario desencuentro
miro el cielo
estrellado
soy ínfima
el mar me
hipnotiza
con su violenta
calma de olas mudables
y su enorme boca
salada
amenaza con
tragarme
me refugio en el
hogar al abrigo del fuego
aquél que devoró
antiguos mártires
y castigó
ficticios pecados
quiero elevarme
y flotar
en el azul
transparente
mirar desde lo
más alto
a la que quedó
parada en el medio de la calle
y se siente
pequeña
Un poema muy bello
ResponderEliminarMuchas gracias. Cuando quieras, espero algo tuyo para publicar...
ResponderEliminar