Hoy observo el amanecer; el paisaje
va cambiando, se define la primavera.
Llegan a mí los recuerdos: el lugar
donde nací, la transparencia y calidez de aquel mar inigualable con su olor
salobre; las cuatro estaciones fundidas en una, los ríos tranquilos y las
palmeras –esbeltos gigantes- que armonizaban el paisaje.
Una mariposa revolotea sin parar
hasta que se posa en mi mano como si estuviese cansada de tanto viajar; se
queda unos segundos y luego renueva su vuelo. Me pregunto, mientras despierto
de mi ensueño, de dónde viene, hacia dónde va, con su vida tan breve, sin
pensamientos sobre el futuro ni sobre el pasado…
Ese diminuto ser con sus brillantes
colores que ilumina el paisaje, se me antoja que anhela trasmitirle al mundo la
sabiduría y la felicidad de estar vivo.
Quiero ser una mariposa, palpitar con
su ritmo, con su intensidad. Vuelo hacia ella con mágicas alas y siento que
después de tantos años vividos, alcanzo la paz.
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