Amalie salió del patio del peletero.
Echó a andar por la hierba llevando la cajita en su mano. La olió.
Windisch vio el ribete de la falda de
Amalie proyectar su sombra sobre la hierba. Sus pantorrillas eran blancas.
Windisch vio que Amalie mecía las caderas.
La caja estaba atada con una cinta
plateada. Amalie se paró ante el espejo. Se miró en él. Buscó en el espejo la
cinta plateada y tiró de ella. «La caja estaba en el sombrero del peletero»,
dijo.
En el interior de la caja crujió un
papel de seda blanco. Sobre el papel blanco había una lágrima de vidrio. Tenía
un agujero en la punta. Y una ranura en su interior. Bajo la lágrima había una
hojita de papel. Rudi había escrito en ella: «La lágrima está vacía. Llénala de
agua. Agua de lluvia, si es posible».
Amalie no podía llenar la lágrima.
Era verano, y el pueblo se había quedado seco. Y el agua de pozo no era agua de
lluvia.
Amalie acercó la lágrima a la luz de
la ventana. Por fuera era rígida. Pero por dentro, a lo largo de la ranura,
temblaba.
El cielo ardió siete días hasta
vaciarse por completo. Se había desplazado hasta el extremo del pueblo. Ya en
el valle, miró hacia el río. Y el cielo bebió agua. Y volvió a llover.
En el patio corría el agua sobre los
adoquines. Amalie se paró con la lágrima junto al canalón. Vio cómo el agua iba
llenando el vientre de la lágrima.
En el agua de lluvia también había
viento. Un viento que impulsaba campanas de cristal por entre los árboles. Eran
campanas opacas, en cuyo interior se agitaban remolinos de hojas. La lluvia
cantaba. También había arena en la voz de la lluvia. Y cortezas de árbol.
La lágrima se llenó. Amalie la llevó
a su habitación con las manos mojadas y los pies descalzos y llenos de arena.
La mujer de Windisch cogió la lágrima
en su mano. El agua refulgía en su interior. Había una luz dentro del vidrio.
El agua de la lágrima goteaba entre los dedos de la mujer de Windisch.
Windisch estiró la mano. Cogió la
lágrima. El agua le empezó a chorrear por el codo. La mujer de Windisch se
lamió los dedos húmedos con la punta de la lengua. Windisch la vio lamerse el
dedo viscoso que se había sacado del pelo aquella noche tempestuosa. Miró la
lluvia fuera. Sintió el flujo en la boca. El nudo del vómito le oprimió la
garganta.
Windisch puso la lágrima sobre la
mano de Amalie. La lágrima goteaba. Y el nivel del agua en su interior no
bajaba. «Es agua salada. Te quema en los labios», dijo la mujer de Windisch.
Amalie se lamió la muñeca. «La lluvia
es dulce», dijo. «La sal viene del llanto de la lágrima.»
En El hombre es un gran faisán en el mundo
Traducción: Juan José del Solar / Biblioteca Ignoria
"Patriotismo es señalar lo que no está bien"
Estudió Literatura Rumana y Alemana en la
Universidad del Oeste de Timisoara, formando ya entonces parte de un grupo de
escritores defensores de la libertad de expresión en el régimen del dictador
Ceaucescu.
Trabajó como traductora en una empresa de ingeniería, de la que fue despedida por no colaborar con la policía secreta. Se ganó la vida dando clases de alemán y trabajando en parvularios, hasta que en 1987 se exilió a Alemania, concretamente a Berlín. Ha sido profesora invitada en varias universidades, y residente en la de Berlín. Ha obtenido numerosos premios, y es miembro de la Academia alemana de Lengua y Literatura.
Su posición siempre ha sido crítica a la situación en Rumanía tras Ceaucescu; también ha escrito sobre la Alemania tras la caída del muro, analizando el pasado de la RDA.
Sus libros y ensayos reflejan la opresión y sus consecuencias en las personas, así como la situación de los exiliados como ella misma.
Ganadora del Premio Nobel de literatura en el año 2009.
Trabajó como traductora en una empresa de ingeniería, de la que fue despedida por no colaborar con la policía secreta. Se ganó la vida dando clases de alemán y trabajando en parvularios, hasta que en 1987 se exilió a Alemania, concretamente a Berlín. Ha sido profesora invitada en varias universidades, y residente en la de Berlín. Ha obtenido numerosos premios, y es miembro de la Academia alemana de Lengua y Literatura.
Su posición siempre ha sido crítica a la situación en Rumanía tras Ceaucescu; también ha escrito sobre la Alemania tras la caída del muro, analizando el pasado de la RDA.
Sus libros y ensayos reflejan la opresión y sus consecuencias en las personas, así como la situación de los exiliados como ella misma.
Ganadora del Premio Nobel de literatura en el año 2009.
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