manos de cobre
multiplicadas hasta lo infinito
paso sobre ellas
en la tarde de otoño
las aplasto
exhibo mi crueldad
gozo
en el desintegro de mil dedos dorados
el viejo árbol me mira mientras desnuda sus ramas
la noche llega y me arropa
-helada manta en los hombros-
yo corro junto al hogar
reavivada en su tibieza
luego
cuando estoy dormida
un animal me despierta
se ha colado entre mis sueños
se arrastra se
reproduce se desgaja
y repercute sobre este techo de zinc
con un terror desvelado clamo misericordia al amanecer
y cuando salgo a la puerta
el añoso árbol ríe y me regala sus hojas
manos de cobre sobre mi pelo
sobre mis hombros
entre mis pies.
ME ENCANTÓ Y ENCONTRÉ EL LIBRO DEL QUE NI ME ACORDABA QUE LO TENÍA. YA ESTÁ EN LA FILA DE LOS QUE ESPERAN SER LEIDOS.
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