La novela Bahía Blanca de Martín Kohan deja muchos interrogantes en una
primera lectura, su virtud es provocar en el lector el afán de investigación
por los datos o nombres que allí se vuelcan.
El lugar como protagonista, el ambiente que
influye de tal manera en la psicología de los personajes que actúan de acuerdo
con el marco en que se desenvuelve la historia es uno de los grandes tópicos
literarios
Los escritores del movimiento romántico
elegían lugares lúgubres, tenebrosos ya que no solamente eran sus personajes quienes vivían en
comunión con el paisaje ubicado en ruinas, cementerios, peñascos castigados por
tormentas o castillos oscuros, sino que también los escritores estaban
impregnados de ese espíritu melancólico.
En el poema La Cautiva, de Esteban Echeverría, el desierto “inconmensurable,
abierto” es el espacio donde se desencadena la tragedia. El énfasis topográfico
le sirve a Echeverría para que el desierto tenga presencia en toda la obra.
El desierto se relaciona con los estados de
ánimo; la llanura es el lugar del “mal de siglo” de los románticos: la pérdida
de ilusiones, fantasías sobre la muerte y la huída del mundo, la enfermedad física y la ansiedad
espiritual. La llanura como carencia. El desierto como vacío se funda, no se
llena. La ausencia de textualidad que implica el desierto deja paso al texto
escrito (La Cautiva)
La llanura pampeana pasa a ser el paisaje
por antonomasia de la nación; el lugar donde el mal de siglo es posible. Es la
metáfora de una ausencia: el lugar vacío aparece como desposesión, como insatisfacción
del espíritu romántico; en el poema, el desierto es sinécdoque de toda la
nación.
El desierto en la noche es el infierno; la
muerte en este lugar tiene otro matiz: es más soberbia, más trágica. También
representa el destino para los amantes: la muerte en el desierto hace que los
personajes se junten para siempre. Hay una idea de errantes, pero juntos, en un
espacio intangible, infinito.
Muchos grandes autores, (Balzac, Faulkner,
Onetti, García Márquez, para citar los más emblemáticos) crearon un lugar como
síntesis de varios lugares, y allí transcurrieron la mayoría -o todas- sus
novelas. En el caso de Saer, el lugar, “la zona”, es la provincia de Santa Fe.
Nunca pudo despegarse del paisaje que le proporciona el río; según el escritor
mexicano Juan Villoro, en Saer el paisaje rural, donde las nociones de
“vastedad” y “límite” son esenciales, los personajes viven la experiencia
circundados por el vacío, por la intemperie, sienten que ése es el marco
adecuado para dedicarse a pensar. Para Saer la naturaleza es un lugar de
prueba, que exige renunciar a las ideas preconcebidas; ese paisaje genera la
desconcertante sensación de estar al principio o al final de algo, implica una
extensión para pensar.
En cuanto a Martín Kohan y su novela Bahía Blanca, si bien reconocemos a
Mario Novoa como su protagonista, ya desde el título el autor nos ubica en el
lugar; espacio conocido, una ciudad importante de la provincia de Buenos Aires
precisamente por estar ubicada estratégicamente y por poseer un puerto. Siempre se ha
dicho que las ciudades con puerto son pujantes y que sus habitantes viven más
“para afuera” en el sentido del
progreso. A Bahía Blanca se la ha denominado “la llave de la Patagonia” entre
otros motes
En Kohan la
ciudad es tomada como un lugar para perderse, para ser olvidado y para olvidar,
un lugar que de por sí representa una carencia, para disolverse en la nada; ésa
es la idea y el plan que el protagonista establece desde el principio. Quiere el
anonimato porque está escapando de algo que luego nos develará a medida que
transcurre el relato, hecho a manera de diario personal.
Bahía Blanca es un lugar detestado por
todos, aún por aquellos que viven en la ciudad, un lugar que, según leyendas
urbanas, “trae mala suerte”; en cuanto a Ingeniero White, barrio formado
alrededor del puerto, es representado como un pueblo fantasma durante el día y
que en la noche muta en el “lugar del pecado”, que permite, más que el desdoblamiento
de las personas, la transformación del espacio. Así como en La Cautiva, el desierto significa el infierno por las
noches, Ingeniero White también es un infierno. Kohan además hace hincapié en
ese juego del color blanco (Bahía Blanca, Ingeniero White) como metáfora de la
nada o quizá de la hoja en blanco, sobre la que habrá que escribir una historia
de vida.
Otro lugar periférico de Bahía Blanca es Monte
Hermoso; el protagonista se entera de que precisamente por las playas cercanas
a la ciudad sureña anduvieron investigando Darwin y Ameghino, y que este último
desarrolló una fantástica teoría relacionada con este lugar y el origen del
mundo.
En un momento de la novela, Mario Novoa regresa a
Buenos Aires, en donde se reencontrará
con el que hecho que motivó su huída, pero sobre todo, para añorar la casa en
la que vivió con Patricia. En ese tiempo feliz, recuerda el protagonista, desde
el “modesto
segundo piso”, desde arriba, veía la plaza y la vida que emanaba de ella.
Ahora, desde abajo, desde la plaza, trata de vislumbrar la vida que se
desenvuelve en su antiguo departamento, y cuando ve una modificación –el cerramiento
del balcón para proteger a un pequeño niño, es decir, para proteger una nueva
vida, hecho que ya marca la diferencia con su pasado ya que con Patricia no
tuvieron hijos- se va.
Intuimos que la gran ciudad le sirve a Novoa
para la nostalgia y el recuerdo de buenos tiempos, para intentar una vuelta a
la afectividad que en realidad es una vuelta a la dominación en esa relación
enfermiza de pareja. Por eso, el apostarse frente al departamento de Patricia,
en Barrio Norte y finalmente, el viaje de vuelta a Bahía Blanca, un viaje lleno
de parlamentos no dichos, de preguntas no formuladas, de intenciones no
reveladas, y también de resignación y de punto final, por parte de la mujer.
Tanto el paisaje como espacio interior que alberga
a las personas -el departamento, la casa, la oficina, el cabaret- influye o determina su estado de ánimo, o
como en este caso, el protagonista busca ese tipo de lugares que le sirvan a su
propósito, el aislamiento, la no comunicación. En este sentido, Kohan opera con
el lugar de manera opuesta a Saer, no le sirve al personaje para pensar, sino
para desconectarse y transformarse en nada.
Si el lector tuviese que diagramar la estructura de
la novela “Bahía Blanca”, seguramente dibujaría un círculo, ya que empieza y
finaliza con el viaje que desemboca en esa zona en donde el personaje se funde
con la nada del entorno; podría interpretarse que Novoa va a “nacer de nuevo”
en ese lugar que Ameghino eligió para desarrollar su teoría fantástica sobre el
origen del hombre.
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