Un
hombre decide engañar a su esposa. Se justifica a sí mismo pensando en que han
pasado muchos años y la relación se ha desgastado. Muchas veces se sorprende
junto a su mujer sin tener nada qué decir, y cree que a ella la incomodan los
silencios.
La
tecnología ha venido en su ayuda: conoce por internet a una mujer joven,
atractiva. Se encuentra con ella personalmente y al poco tiempo se convierten
en amantes. Pasan algunos meses y el hombre se aburre de esta nueva relación.
Encima, comienzan a asaltarlo los remordimientos. En ocasiones cree percibir un
destello en los ojos verdes de su mujer, un gesto de espera o de abordaje.
Piensa “ella lo sospecha”, y entonces abandona a su amante.
Ahora
está sentado en el banco de una plaza, tratando de poner en orden sus pensamientos.
La duda lo asalta, ¿deberá o no confesarle a su mujer que le ha sido infiel?
Mientras reflexiona, su mirada recae sobre una pareja sentada en un banco
lejano. Están abrazados amorosamente, y la mujer pasa sus dedos por el cabellos
del amante.
“Tal
vez, con un poco de buena voluntad, podríamos volver a lo que fuimos, recuperar
los gestos mínimos de la pasión, como esa pareja”.
Se
levanta convencido de que va a tener que mantener una larga conversación con su
mujer, la más importante de sus vidas.
El
hombre llega a su casa. Cuando abre la puerta, su esposa está en la sala,
esperándolo. Solamente le basta atisbar al otro hombre que está sentado en el
sillón y percibir el destello en los ojos verdes de su mujer, para comprender
que ese gesto de abordaje ahora ya es inútil.
RECUERDO QUE COMENTÉ CUANDO PRESENTASTE TU LIBRO, ALGO ASÍ COMO QUE TODOS LOS INFIELES DEBERÍAN LLEGAR A ESE DESENLACE. ES UNO DE LOS MEJORES DEL LIBRO.
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