Toru es un adolescente de dieciséis años, hermoso y soñador, el ángel de la historia. Trabaja en el muelle del puerto de Shimizu, avistando barcos de carga y controlando la llegada y salida. Es eficiente y cumplidor. Cuando el cansancio lo invade luego de una intensa jornada, en las horas inciertas de la madrugada, acepta el divague y pasa de la realidad al ensueño.
Toru permanece muchas horas en vigilia, ayudado por el catalejo para que su visión no sufra imperfecciones. La narración presenta en algunas descripciones emparentadas con el relato gótico, anticipando como más adelante la historia tomará características lindantes con la tragedia, a partir de la develacion de la verdadera personalidad de Toru.
Es así que el adolescente angelical irá mutando en un ser maléfico, ganado por la soberbia, un psicópata incapaz de amar.
El narrador utiliza la técnica del discurso indirecto libre de manera magistral. El narrador se mete en la mente de sus personajes.
Su antagonista, Shigekuni Honda, un señor llegado a la vejez, aristócrata, abogado, que tiene una vida aparentemente intachable, esconde un secreto en de su pasado que lo avergüenza: fue - y sigue siendo - un voyeur.
La historia presenta binomios antagónicos que abarcan lo generacional, la ética y lo económico. Pero la sorda guerra que se desata entre Toru y Honda transcurre de manera solapada. El adolescente y el viejo, la soberbia y la experiencia, la dependencia y la solvencia lograda por años de trabajo y de relaciones sociales importantes.
El nudo comienza cuando Honda decide, aparentemente de manera imprevista, adoptar a Toru impresionado por la modestia, la inteligencia y la belleza del joven.
A medida que crece Toru va perdiendo esas cualidades aparentes y se va revelando como un ser maléfico, resentido y lleno de odio.
Algunos personajes secundarios, como el profesor de filosofía y la joven que le destinan para casarse, en oprincipio parecen influir en su conducta, aunque por último será Toru el que se encargue de despreciarlos y de apartarlos de su vida.
Un aparte merece la relación entre Toru y Kinué, una joven desequilibrada, que vive una eterna fantasíana en la que se siente deseada y perseguida por los muchachos debido a su belleza
“ Era una fealdad que no pasaría desapercibida a nadie. No guardaba ninguna relación con esa fealdad mediocre que en el momento y el lugar adecuados se troca en una especie de belleza, ni con la fealdad que revela la belleza de un espíritu. Era fealdad y no cabía describirla como nada más. Era un don del cielo, una perfecta fealdad negada a la mayoría de las muchachas.” Toru es el único que respeta su delirio y la acompaña.
Cuando casi al final del relato Toru se salva de su intento de suicidio y queda ciego, Kinué será su compañera inseparable. La que lo cuide de tal manera que él desarrolla una enorme dependencia, al punto de terminar casándose con aquélla.
Mishima presenta los sentimientos más duros y despreciables de manera poética, en los que encuentra pasajes descriptivos de enorme belleza