CRISTINA DANIELE
“Cómo se devela el misterio”. Acerca de Poemas de la luz y de la bruma, de María Cristina Santiago. Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2017.
El
epígrafe que abre el libro de María Cristina Santiago, es de Friedrich
Schiller: “Si a través de tus acciones y de tus obras de arte / no consigues
complacer a todos, / conténtate. / Complacer
a muchos es algo grave.”
Cita
que, por una parte, lleva a la pintura de Klimt[1], Nuda veritas, que el artista grabó sobre fondo de oro en la parte
superior del cuadro. Sin dudas, aludía a las polémicas suscitadas por sus
obras. La verdad, deseada y temida, como la mujer del cuadro, hierática y
sensual, provocativa con el cabello rojo, suelto y el espejo que muestra en
primer plano.
A
la vez, Schiller y la idea de la verdad resultan una invocación que reta al
lector, reclaman que acepte la
invitación a develar lo que leerá a continuación. Proponen una suerte de rito
iniciático, un camino a recorrer, pruebas a sortear, para encontrar el camino
de la luz, descorriendo los velos de la bruma.
El
ying y el yang atraviesan los “Poemas de la luz y la bruma”, luz como aquello
que se ve, bruma como lo que opaca y oculta. Pero también luz como iluminación,
camino de la ascensión, del crecimiento espiritual, del conocimiento superior.Ansias
de saber que se revelan como una sed, “Una va llena de palabras / por la vida /
y aun así la sed persiste.”
Platón
explica en sus diálogos que las pasiones encarcelan el alma, la parte
espiritual del cuerpo. Para obtener la elevación al mundo de las Ideas es
necesario cultivar el camino del conocimiento y la inteligencia, para
desarrollar lo que es esencial y empezar la ascensión hacia la Luz.“Ese renacer
de dimensión sin tiempo / es percibir la plenitud de la belleza / Y qué es la
belleza, /… / sino una boca sin sed / y con la luz…”
En
ese derrotero iniciático, el poemario se estructura en seis partes[2],como los dos triángulos
invertidos que propone la disciplina Merkaba, uno de sus principales símbolos
sagrados. “Un cuerpo icosaédrico / Me rodea / Voluntad de saber, / carruaje que
conduce al infinito /En el centro justo está mi espíritu / Por primera vez / en
años / la boca / no está sedienta.”
La
primera parte del libro es Traducir la
geometría, e incluye poemas cuyos títulos son Lenguaje, La sed, Magia, No existe el tiempo, Todo reside en el lugar
preciso, Velocidades, títulos que invitan a reflexionar sobre el tiempo, el
espacio, los diferentes planos que confluyen, la sed de conocimiento.
El
Merkaba forma parte de varias filosofías y religiones en especial de la hebrea,
enkabalística significa "carruaje o vehículo de luz", una técnica queintenta
activar este vehículo que se encontraría alrededor del cuerpo. “Vamos, con
sorpresa, / camino de alcanzar / esa armonía / que nos prometió en los orígenes
/ un Dios amable / y a la vez geométrico.”
Luz
que se convierte en el elemento central. Una luz intensa que recorre el cuerpo físico
y puede ayudar a la mente, al cuerpo y al espíritu a elevarse, sanarse,
conectarse y vivir experiencias en otros planos de realidad.
De
allí que encontraremos una constante en la lectura de los poemas de Santiago:
una multiplicidad de planos, distintas realidades, distintos tiempos, que se
conjugan en un solo momento: el presente del yo poético. “Esfera que
construyeron / los maestros / para reunir allí / los cielos y la tierra. /
Idioma de la magia / más perfecta. / Dentro de esta casa / está la paz / en una
tibia lámpara / que titila y espera.”
En
la segunda sección, Evolución,
asistimos al despliegue durante las distintas etapas de la humanidad, la
transformación de la especie hasta el momento de lograr cierta comprensión, ver
el todo y las partes. “Empecé a entender / el lenguaje de los pájaros / Pude
emitir sonidos leves / y me enseñó el Pi. / Me dio la medida de las cosas. /
Ahora debo aprender los colores.” Desde las manos en Walichu, al lenguaje
actual, todos signos a ser descifrados, a permitir la comunicación, a traspasar
el saber. “Esa es su forma primordial de mostrar el mundo / y de contar la
historia / a los que puedan leerla.”
En
la tercera sección, Los trabajos y los
días, sabe cuál es su misión en este mundo: “recorrer el camino hacia
Kether / -la unión con Dios-”, y en la cuarta, Cotidianas, traspasa al plano físico el conocimiento adquirido,
“Todo objeto que toco / aprende a ser nombrado”, y las dificultades para
lograrlo, “Siempre hay un trozo de la piel que llora / Un velador que no
responde / a su doble función de alumbrar / y al mismo tiempo iluminarme.”. En
la quinta sección, Los hábitos terrestres,
refuerza esta última idea, ubicando geográficamente sus poemas: Jujuy, el
Estrecho de los Dardanelos, lugares donde ha logrado comprender el instante,
atraparlo. “Solo sé / que en ese instante y / a cuatro mil metros de altura /
atrapamos la vida.”, “Entiendo y en ese momento exacto / poseo el mundo. Por un
segundo efímero.”
En
la sexta parte, Ejercicios para piano,
se plantea un nuevo desafío: comprender y atrapar lo que dice el pentagrama, la
historia, el movimiento del tiempo, la circularidad, el eterno retorno. “Los
festivales de luces y de sombras, / música y dulzor cuando / tías y madre,
aquellas / las mujeres de mi vida / preparaban fuentones / que acompañarían la
vendimia / en un tórrido febrero / del que por suerte / algo queda: la
memoria.”
En
este libro, la autora niega al lenguaje como estereotipo, yuxtapone gusto,
olfato, música, pintura, reacomoda la percepción desde un lugar distinto,
dentro y fuera a la vez. Descoloca la realidad para darle una nueva impronta,
exige al lector otra mirada, un modo de reflexión diferente al habitual. Es un
desafío, un periplo a cumplir, así como lo hizo el yo poético,en palabras de
Joseph Campbell: “El héroe inicia su
aventura desde el mundo de todos los días hacia una región de prodigios
sobrenaturales, se enfrenta con fuerzas fabulosas y gana una victoria decisiva;
el héroe regresa de su misteriosa aventura con la fuerza de otorgar dones a sus
hermanos”[3].
Al regresar, la heroína de Poemas de la
luz y de la bruma comparte el
aprendizaje adquirido e incita a la observación y al goce de los sentidos.
Más
que un acto intelectual, este poemario expone una construcción
espiritual, con el cuerpo transportado a través de múltiples dimensiones, yendo
y viniendo en el tiempo y el espacio. “Hay otros mundos, pero están en este”,
decía Paul Eluard, un viaje por esos múltiples y yuxtapuestos mundos es la
propuesta de María Cristina Santiago.
Alguien
que se ha iniciado, ha tomado el desafío. Cual heroína mitológica cumplió el
ciclo y logró el conocimiento, adquirió un lenguaje que se apropió de los
arcanos y podrá dejarlo en la memoria colectiva. “Entonces reflexiono, volvamos
al principio. / La vida, corrijo, es un continuo / comienzo interminable.”
[1] El autor aparece indirectamente en el poema Pentagrama, cuya protagonista es Alma Malher, su imagen compone la figura de otra pintura de Klimt, El beso.
[2] Estructura muy bien explicada por Ana María Serra, en su trabajoMARÍA CRISTINA SANTIAGO, POEMAS DE LA LUZ Y LA BRUMA
[3] Campbell, Joseph. El héroe de las mil caras.
ANAMARÍA SERRA
"TODAS LAS MUJERES, UNA MUJER": POEMAS DE LA LUZ Y LA BRUMA, DE MARÍA CRISTINA SANTIAGO
El título establece una
conjunción entre dos términos casi antitéticos, “luz” y “bruma”. La luz,
símbolo de la vida, de la claridad del pensamiento; la bruma, esa niebla que se
forma sobre el mar, que opera como metáfora del desconcierto, la confusión que
enturbia la mente, como en las escenas de una clásica película policial.
En consecuencia, el título
sugiere los sentimientos y reflexiones que acompañaron a la poeta en diferentes
momentos, y los poemas son el resultado de esa variación en la que, a mi
entender, triunfa la luz, la agudeza y la imaginación.
El libro está encabezado por
un epígrafe: “Si a través de tus acciones
y de tus obras de arte no consigues complacer a todos, conténtate. Complacer a
muchos es algo grave”.
Su autor, el poeta alemán
Friedrich Schiller, uno de los iniciadores del Romanticismo, expresa un pensamiento
con el que la autora se identifica y que no está exento de ironía: la lectura
fácil no tiene calidad.
Y el contenido del poemario
será fiel a este pensamiento. No resultan obvios los poemas de María Cristina
Santiago, a pesar de su arquitectura y
su tono despojado y simple. Cada uno es un pequeño tesoro que obliga a la
relectura, tal vez a investigar quiénes son algunos personajes o lugares de los
que acaso hemos oído nombrar o estudiado, pero que ya no recordamos o
simplemente no conocemos.
El texto está dividido en
seis partes: I. Geometrías, II. Evolución, III. Los trabajos y los días, IV.
Cotidianas, V. Los hábitos terrestres, VI. Ejercicios para piano. Los poemas
que integran cada una están íntimamente relacionados por una temática que los
une.
La mujer y la palabra, ambas
poseedoras del poder de la creación, son el eje sobre el que giran los poemas.
La mujer poeta, madre, amiga, maestra, hija. La mujer a través de los lugares y
del tiempo.
En los poemas comprendidos
en Geometrías el núcleo es la mujer
poeta. El ansia por encontrar las
palabras, por descubrir aquello que está ante nuestros ojos y no sabemos verlo;
la sabiduría que se manifiesta en lo simple, en el saber renovarse cada día.
Aquella mujer que se
identifica con las trabajadoras de otra época y aprovecha para recordarnos al
poeta John Keats, el amarillo como centro cenital de una jugosa naranja le
otorga la luminosidad para su creación al tiempo que simboliza la portación del
fruto, de la vida.
La tranquilidad que concede el
transcurso del tiempo, no importa la edad, siempre está la capacidad de
creación poética; la naturaleza ofrece la magia y la paz del hogar la facultad
de aprehenderla. La vida es un recorrido para alcanzar la armonía.
La segunda parte, Evolución, nos habla acerca del cambio que se opera en la
persona a través del tiempo.
La figura de Nivedita, misionera irlandesa que
ayudó a la India a independizarse de Gran Bretaña y que creó una escuela para
niñas en Calcuta. Nivedita, cuyo nombre significa “dedicado a Dios”, dio todo
por la India. La voz poética es la de una niña alumna, la magia del aprendizaje
la cambiará para siempre.
Sin embargo, la esencia
puede permanecer intacta, la Venus de Willendorf en “Transformaciones”, como símbolo de fertilidad;
el trabajo de la Naturaleza en el ser humano a través de millones de años, la
muestra de su cultura por el dibujo, la tarea de las mujeres en la cosecha,
cuando han recogido en sus vidas el fruto perfecto (“La cosecha”).
La tercera parte del
poemario, Los trabajos y los días,
titulado de la misma manera que el poeta griego Hesíodo, del siglo VII a.C.
nominara a su texto didáctico sobre la agricultura y la navegación, aúna el
pasado remoto con el presente. Precisamente en el poema inicial la poeta dice
que la espera una tarea mágica, “recorrer
el camino hacia Kether/ -la unión con Dios-“: Kether en hebreo significa
“Corona”, se sitúa en la posición central superior del Árbol de la Vida. En el
hinduismo se entiende como Brahma, el principio vital de todas las formas de
energía, y en consecuencia, de vida, y ese será su trabajo, llevará la magia
encerrada en ese collar que porta sobre el escote de su vestido actual.
“Con los muñones” continúa
la tarea que se le ha asignado a la
mujer a través de los siglos y la liberación siempre es posible. En “Las
habladurías”, recurre a la figura del Gólem, ese “hombre de fango” -según la
leyenda praguense- al que acuden los judíos para no ser una vez más acusados
injustamente y condenados al destierro. Finaliza con “Pelea de mujeres”,
conflicto generacional entre madre e hija. La madre queda herida por las
palabras de aquélla, pero sabe que a través de su amor, olvidará las ofensas.
Parte
IV. Cotidianas: los poemas van oscilando entre estados de
ánimo de “luz” y “bruma”. Cada día es un nuevo comienzo, un génesis de la labor
poética. En otros poemas recuerda momentos en los que la salud se ha visto
aquejada, el dolor, la herida dejada por una cirugía, el temor, los presagios
funestos de la lluvia a pesar de intentos de una explicación racional. Por otro
lado, la armonía que supo encontrar en la soledad, acompañada de su gata,
sugestivo animal sagrado que con “la sola majestad de su presencia” la asiste
en el transcurrir del día. Une su voz con el entorno y la casa, vive en paz, un
aprendizaje; su vida es escribir, la hoja en blanco representa la virginidad
que será desflorada por la escritura.
En la quinta parte -Los hábitos terrestres- la mujer viajera, que se maravilla con la
captura de la naturaleza en el instante de la toma fotográfica, Se nutre del
paisaje y percibe la eternidad a través de la figura de una vicuña. Y también está aquélla que encuentra su origen
en tierras remotas, cuando ve a un niño pescador y sabe que el pez será soltado para que siga
grácil su propio ritmo, así como la madre deberá dejar que el hijo continúe su
camino.
La sexta y última parte, Ejercicios para piano, reúne las figuras
de Alma Mahler, la artista que quedó plasmada como “musa” para la posteridad
por la fama de su marido, el músico Gustav Mahler, si bien Alma fue compositora
musical. El matrimonio finalmente se disolvió; Alma supo tener una vida libre a
pesar de los prejuicios de la época.
Por otro lado, “Zelda”, una
mujer talentosa, fuera de su época en la que todavía la costumbre era el
sometimiento al mandato del hombre. Por ello Zelda dejó su carrera de bailarina
clásica y permitió que su marido, el escritor Scott Fitzgerald se apropiara de
su personalidad y la plasmara como personaje de sus novelas y no pudo controlar el desequilibrio de
frustraciones no resueltas.
Y luego los retratos de las mujeres apegadas a
férreas tradiciones, la judía, que obedece el mandato impuesto por los siglos,
ocupa un lugar del que no puede desviarse, y la cristiana, que debe llegar
virgen al matrimonio. La religión que impone un estilo de vida opresivo, sin
libertad de elección.
Encontré en mi lectura a la
mujer que debe lidiar con la soledad cotidiana
porque ya está en el límite con la vejez y sin embargo siente en la paz
de la casa la conjunción entre la tierra y el cielo; la que se da cuenta de que
el paso del tiempo no importa si los recuerdos mantienen intactos los sentidos
de la niñez, esos que le dan perfume, color, sabor y sonido a la vida.
Y sobre todo, los poemas
descubren el velo de la mujer creadora, que trabaja todos los días en la
búsqueda incesante de la palabra. No importa la edad, porque el transcurrir de
los años brinda mayor sed de sabiduría, esa que se logra a través del estudio,
porque el arte verdadero tiene la exactitud de la matemática y de la
experiencia de vida. Es inútil la medición del tiempo, el alma femenina
permanece indemne a través de los siglos.
Gracias a Cristina Daniela, Ana María Serra, María del Carmen Colombo. Nancy Montemurro, Luciana Serricchio y Leandro Serricchio por su participación en el momento de escritura de este libro.
ResponderEliminarUn abrazo, María Cristina, siempre es un placer y un desafío encontrarme con tus poemas.
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