jueves, 1 de mayo de 2014

ANA MARÍA SERRA/ "LA PIEDRA HORADADA"

A Remo Viale
 
Me dijo que la piedra en principio era blanda cuando estaba en las minas, cuando la iban a buscar a las canteras, cuando la extraían de las entrañas de la tierra.
Me dijo que él le había escuchado el latido, que había creído que tenía un cachorro entre las manos.
Me dijo que si en esos instantes uno le pasaba la uña, las marcas de la herida le quedaban tatuadas como en una piel rasgada.
Me dijo que el tiempo, una vez formada en roca, hacía su trabajo.
Que el viento y las lluvias, la horadaban y la endurecían. Que una vez él probó perforar un granito con una herramienta sofisticada y el resultado fue un relámpago de chispas: la piedra respondía con su furia.
Me dijo: esas rocas que se nos antojan inmutables, casi siempre herméticas, son seres vivos. Lo que las hace nuestras iguales, (soberbios animales de la naturaleza), es la debilidad de sus primeros tiempos, cuando han sido arrancadas sin piedad del seno materno.
Pero luego llega la estable dureza de su madurez, después de haber sufrido los rigores de la vida. La agobiante experiencia, moldea un carácter capaz de declararse con la fiereza del fuego para defenderse del otro.
Me dijo que muchas veces estuvo a punto de arrojar su cincel, pues se le antojaba que estaba mutando en asesino.

El escultor me dijo: cuando al fin veo la obra que sale de mis manos como una nueva criatura, pienso que una vez más ha triunfado la vida.


                                   Del libro: La trama engañosa, 2011 





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