Como tantas tardes, la boca del túnel exudaba calor y
humedad. A medida que bajaba los escalones –con prisa y a la vez con cuidado de
no tropezar- advirtió que el aire se hacía más respirable; sintió la levedad en
su cuerpo.
Cuando llegó a la plataforma y sus pasos se fueron
calmando, visualizó la extraña figura depositada en un rincón.
Presencia insólita, imagen capturada de un bosque
encantado, impropia en un punto concéntrico de urbanidad. El ropaje rústico,
pesado y oscuro no alcanzaba a ocultar a la anciana, poco menos que un espectro. Por el rebozo afloraban unos
pocos pelos plateados; en el rostro
apergaminado, los ojos sumaban dos líneas entre tantos surcos y grietas; la
boca, apenas abierta, trasmitía la gravedad cascada de los años. Sintió
recorrer un escalofrío con sólo mirarla.
El chirrido de los frenos de los trenes subterráneos
no alcanzó a ocultar la melodía. Le pareció que esa canción milenaria le
llegaba desde las profundidades de la tierra como un volcán de ramas quebradas,
lava incandescente en un camino de hielo petrificado.
Sin embargo, un milagro: la antigua cadencia de la tonada
gaélica comenzó a ganar terreno, la dulzura se adueñó de la imagen. La arcaica canción
de amor lloraba la partida del amado hacía un tiempo incontable. La canción de
amor de una vieja que en la nostalgia se mantenía joven; la espera paciente y
melodiosa expresada con lozana suavidad, la certeza del encuentro final y la
unión para siempre.
La fascinación de detenerse, observar y escuchar. Sin
darse cuenta, revisó su vida y se preguntó si realmente había conocido el amor
o lo construido era un simple hastío cotidiano barnizado de costumbre.
Trató de focalizar el confort de su hogar resistiendo
a dejarse llevar por sus emociones, por una anciana estrafalaria que entonaba
esa canción escuchada –soñada- mil veces
en labios de su abuela.
La fuerza de un imán pegado a sus pies; la música, un
halo envolvente.
Y la partida del último tren de vuelta a casa, que ya
no podría abordar.
Buenísimo el cuento. Un encuentro tardío con lo que no fue
ResponderEliminarMuchas gracias, Mercedes!
EliminarMuy bueno.Nos lleva a una profunda reflexión sobre el mundo subjetivo que en ocasiones creamos con nuestras mentes
ResponderEliminarMuchas gracias, Ili!
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