sábado, 23 de enero de 2016

ANAMARÍA SERRA: BAHÍA BLANCA, DE MARTÍN KOHAN. UN LUGAR DE NOVELA.

La novela Bahía Blanca de Martín Kohan deja muchos interrogantes en una primera lectura, su virtud es provocar en el lector el afán de investigación por los datos o nombres que allí se vuelcan.
El lugar como protagonista, el ambiente que influye de tal manera en la psicología de los personajes que actúan de acuerdo con el marco en que se desenvuelve la historia es uno de los grandes tópicos literarios
Los escritores del movimiento romántico elegían lugares lúgubres, tenebrosos ya que no solamente  eran sus personajes quienes vivían en comunión con el paisaje ubicado en ruinas, cementerios, peñascos castigados por tormentas o castillos oscuros, sino que también los escritores estaban impregnados de ese espíritu melancólico.
En el poema La Cautiva, de Esteban Echeverría, el desierto “inconmensurable, abierto” es el espacio donde se desencadena la tragedia. El énfasis topográfico le sirve a Echeverría para que el desierto tenga presencia en toda la obra.
El desierto se relaciona con los estados de ánimo; la llanura es el lugar del “mal de siglo” de los románticos: la pérdida de ilusiones, fantasías sobre la muerte y la huída del mundo,  la enfermedad física y la ansiedad espiritual. La llanura como carencia. El desierto como vacío se funda, no se llena. La ausencia de textualidad que implica el desierto deja paso al texto escrito (La Cautiva)
La llanura pampeana pasa a ser el paisaje por antonomasia de la nación; el lugar donde el mal de siglo es posible. Es la metáfora de una ausencia: el lugar vacío  aparece como desposesión, como insatisfacción del espíritu romántico; en el poema, el desierto es sinécdoque de toda la nación.
El desierto en la noche es el infierno; la muerte en este lugar tiene otro matiz: es más soberbia, más trágica. También representa el destino para los amantes: la muerte en el desierto hace que los personajes se junten para siempre. Hay una idea de errantes, pero juntos, en un espacio intangible, infinito.
Muchos grandes autores, (Balzac, Faulkner, Onetti, García Márquez, para citar los más emblemáticos) crearon un lugar como síntesis de varios lugares, y allí transcurrieron la mayoría -o todas- sus novelas. En el caso de Saer, el lugar, “la zona”, es la provincia de Santa Fe. Nunca pudo despegarse del paisaje que le proporciona el río; según el escritor mexicano Juan Villoro, en Saer el paisaje rural, donde las nociones de “vastedad” y “límite” son esenciales, los personajes viven la experiencia circundados por el vacío, por la intemperie, sienten que ése es el marco adecuado para dedicarse a pensar. Para Saer la naturaleza es un lugar de prueba, que exige renunciar a las ideas preconcebidas; ese paisaje genera la desconcertante sensación de estar al principio o al final de algo, implica una extensión para pensar.
En cuanto a Martín Kohan y su novela Bahía Blanca, si bien reconocemos a Mario Novoa como su protagonista, ya desde el título el autor nos ubica en el lugar; espacio conocido, una ciudad importante de la provincia de Buenos Aires precisamente por estar ubicada estratégicamente y por poseer un puerto. Siempre se ha dicho que las ciudades con puerto son pujantes y que sus habitantes viven más “para afuera” en el sentido  del progreso. A Bahía Blanca se la ha denominado “la llave de la Patagonia” entre otros motes
 En Kohan la ciudad es tomada como un lugar para perderse, para ser olvidado y para olvidar, un lugar que de por sí representa una carencia, para disolverse en la nada; ésa es la idea y el plan que el protagonista establece desde el principio. Quiere el anonimato porque está escapando de algo que luego nos develará a medida que transcurre el relato, hecho a manera de diario personal.
 Bahía Blanca es un lugar detestado por todos, aún por aquellos que viven en la ciudad, un lugar que, según leyendas urbanas, “trae mala suerte”; en cuanto a Ingeniero White, barrio formado alrededor del puerto, es representado como un pueblo fantasma durante el día y que en la noche muta en el “lugar del pecado”, que permite, más que el desdoblamiento de las personas, la transformación del espacio. Así como en La Cautiva,  el desierto significa el infierno por las noches, Ingeniero White también es un infierno. Kohan además hace hincapié en ese juego del color blanco (Bahía Blanca, Ingeniero White) como metáfora de la nada o quizá de la hoja en blanco, sobre la que habrá que escribir una historia de vida. 
Otro lugar periférico de Bahía Blanca es Monte Hermoso; el protagonista se entera de que precisamente por las playas cercanas a la ciudad sureña anduvieron investigando Darwin y Ameghino, y que este último desarrolló una fantástica teoría relacionada con este lugar y el origen del mundo.
En un momento de la novela, Mario Novoa regresa a Buenos Aires,  en donde se reencontrará con el que hecho que motivó su huída, pero sobre todo, para añorar la casa en la que vivió con Patricia. En ese tiempo feliz, recuerda el protagonista, desde el “modesto segundo piso”, desde arriba, veía la plaza y la vida que emanaba de ella. Ahora, desde abajo, desde la plaza, trata de vislumbrar la vida que se desenvuelve en su antiguo departamento, y cuando ve una modificación –el cerramiento del balcón para proteger a un pequeño niño, es decir, para proteger una nueva vida, hecho que ya marca la diferencia con su pasado ya que con Patricia no tuvieron hijos- se va.
Intuimos que la gran ciudad le sirve a Novoa para la nostalgia y el recuerdo de buenos tiempos, para intentar una vuelta a la afectividad que en realidad es una vuelta a la dominación en esa relación enfermiza de pareja. Por eso, el apostarse frente al departamento de Patricia, en Barrio Norte y finalmente, el viaje de vuelta a Bahía Blanca, un viaje lleno de parlamentos no dichos, de preguntas no formuladas, de intenciones no reveladas, y también de resignación y de punto final, por parte de la mujer.
Tanto el paisaje como espacio interior que alberga a las personas -el departamento, la casa, la oficina, el cabaret-  influye o determina su estado de ánimo, o como en este caso, el protagonista busca ese tipo de lugares que le sirvan a su propósito, el aislamiento, la no comunicación. En este sentido, Kohan opera con el lugar de manera opuesta a Saer, no le sirve al personaje para pensar, sino para desconectarse y transformarse en nada.
Si el lector tuviese que diagramar la estructura de la novela “Bahía Blanca”, seguramente dibujaría un círculo, ya que empieza y finaliza con el viaje que desemboca en esa zona en donde el personaje se funde con la nada del entorno; podría interpretarse que Novoa va a “nacer de nuevo” en ese lugar que Ameghino eligió para desarrollar su teoría fantástica sobre el origen del hombre.


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