miércoles, 1 de octubre de 2014

ANA MARÍA SERRA/ "ENCUENTRO CON ASTERIÓN"

Corrió agitada por los estrechos pasillos mientras el corazón le latía con fiereza. Trataba de no ponerse nerviosa, de aflojar los músculos, que sentía cada vez más tensos. Sabía que era solamente un juego y que si no encontraba la salida pediría auxilio para que la fuesen a buscar.
Ya llegamos, ¿les gusta? La idea es que cada uno de nosotros recorra el laberinto en el menor tiempo posible. Como hoy no hay turistas, estaremos tranquilos. Martín, el creador de la idea daba las instrucciones a sus ansiosos amigos.
A ella le tocó el último turno en el sorteo. Bueno, Ariadna, escondé el hilo porque acá nadie te va a ayudar. El punto de reunión es la fuente de piedra que está en el centro del parque. Te esperaremos con el cronómetro.
Casi todos habían tardado, minutos más, minutos menos, no demasiado tiempo; por eso accedió confiada al laberinto. Pero cuando estaba girando por uno de los pasadizos percibió esa respiración que la hizo entrar en pánico poco a poco.
Mientras sus pasos seguían recorriendo las monótonas galerías, vino a su memoria la turbulencia de recuerdos que no le permitían vislumbrar la salida entre plantas enmarañadas.
No me siento seguro de nada, era Martín el que aquella tarde le había tirado en la cara, como con un golpe seco, esa sentencia. No sos vos, es todo lo que me rodea…no sé, quiero irme, viajar, conocer otra gente y al mismo tiempo estar solo, ordenarme y ver qué es lo que realmente quiero. Seguramente estás pensando que soy un egoísta, pero vas a ver que a vos también te va a venir bien esta separación.
Había tratado de reprimir el llanto al mismo tiempo que se maldecía por ser tan idiota comportándose como una heroína de telenovela barata.
Ahora la respiración le llegaba a la nuca. No quiso darse vuelta porque sabía que no vería nada, pero estaba segura de que estaba ahí. Se preguntó si los demás también habían pasado por esa experiencia. No es mi imaginación –se dijo- aunque más que una persecución, lo siento como un acompañamiento.
La densidad del aire hacía que en el atardecer todo se viera de otra manera, los pasadizos de ramas y hojas parecían multiplicarse. Pensó angustiada que necesitaba encontrar la salida y reunirse con sus amigos para volver a sentirse humana, cuando la respiración de ese ser la envolvió por completo y se sintió tomada por la cintura y llevada en vilo por los corredores estrechos y húmedos. Quiso gritar, pero su garganta se lo impidió. Cerró sus ojos, no quería enfrentarse con nada que intuía podría ser monstruoso.
Fue conducida con extrema suavidad, como si flotase, y al fin depositada en el suelo, que sintió tibio y mullido. Supo que había sellado un pacto secreto y que él la había protegido en ese mundo oculto y revelador del que emergería definitivamente libre.

Abrió los ojos tratando de encontrar la fuente en la que la esperaban sus amigos. Sus pies se hundieron en una arena blanca y el mar verde intenso se le reveló espejo de la isla de Creta.

 En: La trama engañosa. Buenos Aires, En el aura del sauce, 2012.-






4 comentarios:

  1. MUY BELLO. LAS IMÁGENES UNA MÁS HERMOSA QUE LA OTRA. FELICITACIONES

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  2. Las sensaciones que produce el relato son intensas, comparables a situaciones cotidianas de la vida. Andar a ciegas sin confianza, sin tener totalmente claro si los pasos son seguros. Sabes, sientes y quieres pensar que una mano te sostiene, pero existe esa niebla o duda…al final, aquí, en tu historia el miedo se desvanece.
    Besos

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    1. Muchas gracias, Mar. Me gustó mucho tu interpretación; mis amigos dicen que mis textos siempre dejan un sentimiento positivo, y pienso que eso es bueno. Un beso

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