lunes, 22 de abril de 2013

UN TEMA RECURRENTE: LOS SUEÑOS


Desde los egipcios, la simbología ha sido la gran ciencia de la antigüedad. En Oriente ha perdurado sin interrupción hasta ya entrado el siglo XX y en Occidente inspiró todo el arte medieval y, en gran medida, el renacentista y barroco, hasta que el descubrimiento del “Inconsciente” volvió a recuperar los símbolos en ámbitos y maneras muy distintos.
Los sueños son una de las fuentes principales del material simbólico. Desde la Antigüedad se les prestó gran atención, distinguiéndose entre sueños ordinarios y extraordinarios (por la persona, el valor de las imágenes oníricas y por las circunstancias del sueño). Se creyó en la existencia de sueños premonitorios, en una verdadera adivinación por medio del sueño, sea de hechos generales y lejanos, o de hechos concretos e inmediatos. Los mejores ejemplos están en la Biblia: los sueños de José (Gn 37, 5-11).

El interés por los sueños ha llevado a codificar repertorios de significados, en “diccionarios de los sueños” de escaso o nulo valor místico y científico, aunque pueden contener datos verdaderos por tradición o información. Desde Freud, la interpretación simbólica de sueños ha constituido una de las vías mayores del psicoanálisis (de series de sueños mejor que de sueños aislados aun importantes). Por su concreto simbolismo, relacionado con un tema esencial en la tradición, como el de la escalera, se toma como ejemplo el sueño que tuvo una mártir poco antes de ser puesta ante la prueba suprema, siendo frecuente que los cristianos presos por su religión tuvieran sueños netamente simbólicos o premonitorios: “Rogué, en efecto, y he aquí lo que me fue mostrado: una escalera de oro, de gran altura, subía hasta el cielo, escalera estrecha que se podía subir sólo uno a uno; a cada lado de ella había todo género de objetos de acero: espadas, lanzas, garfios, cuchillos…Bajo la escalera estaba un gran dragón dispuesto a acometer a quienes quisieran subir…” (Diario de Santa Perpetua, documento del año 203)
Según Jung, el sueño, “antes era estimado como un mensajero del destino, como un amonestador y consolador, como un enviado de los dioses. Actualmente lo utilizamos como un heraldo de lo inconsciente, que nos descubre los secretos ocultos a la conciencia, y por cierto cumple su cometido con asombrosa perfección. (…) Lo que el conflicto tiene de penoso, de insoluble, está, según opinión de Freud, tan escondido o desleído en el sueño, que éste puede considerarse como el cumplimiento del deseo. Sin embargo, hay que añadir que los deseos cumplidos en sueños no son los deseos conscientemente nuestros, sino aquellos que muchas veces se les oponen diametralmente.”
Jung también señala que aparentemente el sueño se ocupa muchas veces de detalles sin importancia o tal vez resulta tan incomprensible que genera cierta resistencia a “desenredar la revuelta madeja con paciente trabajo”. Pero cuando se logra penetrar en el verdadero sentido del sueño se descubre que aun el que parece más disparatado tiene “un alto sentido y en realidad se refiere a cosas extraordinariamente importantes y serias del alma”. Su conclusión: dejar de considerar como superstición el sentido de los sueños y valorar ese tema que “las corrientes racionalistas de nuestra época habían reducido a polvo”, ya que como dice Freud, “el análisis del sueño es el camino real que conduce a lo inconsciente”.




Bibliografía: Cirlot, Juan Eduardo, Diccionario de símbolos, Ed. Siruela.
                      Jung, Karl Gustav, Lo inconsciente, Ed. Losada.






1 comentario:

  1. ME ENCANTÓ. Y ME GUSTAN MUCHO LAS IMÁGENES QUE ACOMPAÑAN LOS TEXTOS

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