sábado, 25 de octubre de 2014

ANA MARÍA SERRA/ "EL RETO"

solo
emerge entre las nubes
enorme cóndor cabeza de nieve
se yergue imperioso
lejos     muy lejos


desde mi soledad
aquí
en la orilla otoñal
distancia azul de por medio

mido su quieta    
soberbia mirada
desde la cumbre
que se me antoja infinita

concluyo que el insondable lago
cercano a mis pies
con su quietud de hoy
lo mide en arrogancia


y ambos se hermanan
Octubre, 2014.-

sábado, 18 de octubre de 2014

ANA MARÍA SERRA/ "LA EXTRAÑA"

Ningún habitante de aquel pequeño pueblo conocía su verdadera historia, a pesar de que no se sabía cómo ni cuándo había llegado. La mayoría trataba de ignorarla, apretaban con fuerza las manos de sus niños si por casualidad pasaba junto a ellos o cruzaban de vereda cuando la veían acercarse. Se tejían terribles historias sobre su condición y se había corrido la voz de que pesaba alguna maldición sobre su persona.
Aislada en una pequeña casa de piedra –nadie sabía cómo o quién la había construido- sobrevivía gracias a la huerta y a los huevos de las gallinas que picoteaban despreocupadas entre hortalizas, legumbres y hierbas aromáticas que exhalaban un perfume irresistible, mezclado con algunos árboles frutales que completaban su único tesoro.
Lo que más llamaba la atención en ella eran las escamas de plata que le nacían en la palma de sus manos y se extendían hacia sus hombros, fenómeno que también se repetía a partir de sus pies y llegaba hasta las rodillas. Se notaba que no quería llamar la atención, pero hasta la ropa que usaba no era común; la mayoría de las veces, largas túnicas cubrían su cuerpo pero no ocultaban ni sus brazos ni sus piernas, aún en pleno invierno.
 El rostro era otra rareza; enmarcado por un cabello que caía en mechones separados, negros y muy brillantes,  tenía forma perfectamente ovalada, la tez marmórea, los ojos redondos y grandes, con el iris amarillo-naranja, ojos de gato sagrado, de esfinge egipcia separados por una nariz recta; la boca, grande, de labios prominentes, rara vez esbozaba alguna sonrisa. Era extremadamente alta y su andar, como sus modales, felino. La voz, grave, profunda, solamente sonaba para quienes se acercaban tímidamente a comprar algún producto de la huerta o para los más osados, los que se animaban a consultarla sobre qué clase de vida les esperaba. Ella siempre respondía con alguna historia a modo de ejemplo, y el visitante se iba habiendo logrado paz interior.
Esta última actividad fue la que despertó la curiosidad de muchos y la veneración de quienes se habían arriesgado a comunicarse con ella. Poco a poco corrió por el pueblo su fama de profetisa, hechicera, bruja. ¿Por qué tenía ese aspecto tan raro?; ¿usaba lentes de contacto para parecer más exótica?; ¿y las escamas?, ¿eran escamas o simplemente una malla de plata que cubría sus brazos y sus piernas? ¿De dónde venía? Estaba claro que de algún país raro… ¿Pero en qué país podría vivir gente tan diferente de nosotros? ¿Era cierto que hacía milagros? No, milagros no; pero sí puede predecir tu futuro y encima…no cobra. ¿Pero…y si son malas noticias, también te las dice? Trata de prepararte, de infundirte calma, es una buena persona, cuando la desgracia se acerca, ya estás prevenido y casi resignado. No sé… ¿te parece?, a mí me da un poco de miedo, sobre todo por esa cosa de las escamas. Acá hay mucha gente crédula y también gente a la que le gusta engancharse con lo estrafalario, lo anormal. Acordáte de lo que le predijo a Blanca... ¿Y acaso no se cumplió? Sí, lamentablemente al primer indicio Blanquita prácticamente huyó del pueblo y se fue a la gran ciudad para que los médicos le confirmaran esa enfermedad y la trataran. Dicen que se curó, pero ya ves, no volvió nunca más… y todos los del pueblo que trataron de ubicarla, fracasaron en el intento. No me gusta, yo no me prendo en eso.
 

Ella y su diferencia del resto de la humanidad encerrada en el pueblo que la sentía distante a pesar de su habilidad para cosechar productos exquisitos y de su don para predecir el futuro y encima, para prepararlos a enfrentar fatalidades.  La envidia, el prejuicio, el odio que iba corroyendo poco a poco a esos seres para quienes el concepto de vivir quedaba enmarcado por los límites de ese lugar  pequeño e incapaz de crecer,  como sus conciencias.  Y así, a medida que pasaba el tiempo, comenzaron a gestarse dos bandos, los adherentes y los detractores, y estos últimos triunfaron sobre quienes la defendían. Clamaron justicia, tramaron venganza, idearon un ser diabólico sobre el cual descargar sus frustraciones. Y un día marcharon hacia su casa de piedra, agitados, abotagados, exaltados y envalentonados –aunque muchos disfrazaban su miedo con gritos, antorchas y piedras en sus manos-, dispuestos a incendiar casa, huerta y hasta a la misma bruja, si eso fuere necesario.
Sin embargo, sufrieron una enorme decepción al llegar. No había ni casa, ni huerta ni pitonisa. Fascinados,  encontraron un gran desierto tapizado de escamas que brillaban como plata, a la luz de la luna.

 











lunes, 13 de octubre de 2014

JORGE LUIS BORGES/ "EL SUEÑO"

 La noche nos impone su tarea

mágica. Destejer el universo,

las ramificaciones infinitas

de efectos y de causas, que se pierden

en ese vértigo sin fondo, el tiempo.
La noche quiere que esta noche olvides

tu nombre, tus mayores y tu sangre,

cada palabra humana y cada lágrima,

lo que pudo enseñarte la vigilia,

el ilusorio punto  de los geómetras,

la línea, el plano, el cubo, la pirámide,

el cilindro, la esfera, el mar, las olas,

tu mejilla en la almohada, la frescura

de la sábana nueva, los jardines,

los imperios, los Césares y Shakespeare

y lo que es más difícil, lo que amas.

Curiosamente, una pastilla puede

borrar el cosmos y erigir el caos.

miércoles, 1 de octubre de 2014

ANA MARÍA SERRA/ "ENCUENTRO CON ASTERIÓN"

Corrió agitada por los estrechos pasillos mientras el corazón le latía con fiereza. Trataba de no ponerse nerviosa, de aflojar los músculos, que sentía cada vez más tensos. Sabía que era solamente un juego y que si no encontraba la salida pediría auxilio para que la fuesen a buscar.
Ya llegamos, ¿les gusta? La idea es que cada uno de nosotros recorra el laberinto en el menor tiempo posible. Como hoy no hay turistas, estaremos tranquilos. Martín, el creador de la idea daba las instrucciones a sus ansiosos amigos.
A ella le tocó el último turno en el sorteo. Bueno, Ariadna, escondé el hilo porque acá nadie te va a ayudar. El punto de reunión es la fuente de piedra que está en el centro del parque. Te esperaremos con el cronómetro.
Casi todos habían tardado, minutos más, minutos menos, no demasiado tiempo; por eso accedió confiada al laberinto. Pero cuando estaba girando por uno de los pasadizos percibió esa respiración que la hizo entrar en pánico poco a poco.
Mientras sus pasos seguían recorriendo las monótonas galerías, vino a su memoria la turbulencia de recuerdos que no le permitían vislumbrar la salida entre plantas enmarañadas.
No me siento seguro de nada, era Martín el que aquella tarde le había tirado en la cara, como con un golpe seco, esa sentencia. No sos vos, es todo lo que me rodea…no sé, quiero irme, viajar, conocer otra gente y al mismo tiempo estar solo, ordenarme y ver qué es lo que realmente quiero. Seguramente estás pensando que soy un egoísta, pero vas a ver que a vos también te va a venir bien esta separación.
Había tratado de reprimir el llanto al mismo tiempo que se maldecía por ser tan idiota comportándose como una heroína de telenovela barata.
Ahora la respiración le llegaba a la nuca. No quiso darse vuelta porque sabía que no vería nada, pero estaba segura de que estaba ahí. Se preguntó si los demás también habían pasado por esa experiencia. No es mi imaginación –se dijo- aunque más que una persecución, lo siento como un acompañamiento.
La densidad del aire hacía que en el atardecer todo se viera de otra manera, los pasadizos de ramas y hojas parecían multiplicarse. Pensó angustiada que necesitaba encontrar la salida y reunirse con sus amigos para volver a sentirse humana, cuando la respiración de ese ser la envolvió por completo y se sintió tomada por la cintura y llevada en vilo por los corredores estrechos y húmedos. Quiso gritar, pero su garganta se lo impidió. Cerró sus ojos, no quería enfrentarse con nada que intuía podría ser monstruoso.
Fue conducida con extrema suavidad, como si flotase, y al fin depositada en el suelo, que sintió tibio y mullido. Supo que había sellado un pacto secreto y que él la había protegido en ese mundo oculto y revelador del que emergería definitivamente libre.

Abrió los ojos tratando de encontrar la fuente en la que la esperaban sus amigos. Sus pies se hundieron en una arena blanca y el mar verde intenso se le reveló espejo de la isla de Creta.

 En: La trama engañosa. Buenos Aires, En el aura del sauce, 2012.-